
En los varios traslados de piso realizados, de lo que nunca me llegué a deshacer fue de un libro o revista escritos en francés, cuando sí, aunque muy a mi pesar, tuve que ir dejando atrás otros libros por cuestiones de espacio. En los últimos tiempos, mi pequeña biblioteca ―la verdad es que más pequeña de lo que me gustaría― no ha dejado de asestarse de libros muy variados en varios idiomas (novelas, métodos de idiomas, ensayos de traducción, libros de pedagogía y psicología, etc.) que acompañan a otros tantos en los que he participado (ya sea como traductora, correctora, redactora o asesora).
A veces me considero compradora compulsiva de libros. ¡Me han gustado siempre tanto! Hojearlos, leerlos, disfrutarlos... Muchas veces los descubro en las bibliotecas públicas y, al final, me acaban gustando tanto que no puedo reprimir comprarlos. Esta misma mañana me ha pasado. Así es que acabo de llegar a casa con cuatro libros más, a los que he de buscar un hueco en esta magnífica estantería que mi amiga Pili (¡mi gran Pilitrus!) me diseñó antes de volverse al pueblo. Con todos esos libros, mi pequeña biblioteca encierra en su interior un pequeño mundo que considero el rincón favorito de mi casa.
1 comentario:
Yo tambien estoy loca por los libros...
Cuando vivia en Francia gastaba todo mi dinero en ellos...
Me encantaba holerlos...
Ahora tengo una biblioteca bastante inmpresionante a miles de kilometros de mi.
Aqui en Valencia ya no tengo ninguno casi, que pena...esque pesan tanto...
Publicar un comentario