jueves, 31 de julio de 2008

CLIN D'ŒIL

CITA CÉLEBRE


Dis-moi et j'oublie. Enseigne-moi et je me souviens.
Fais-moi participer et j'apprends.

(Benjamin Franklin)

miércoles, 30 de julio de 2008

INTERAVENTURE

En mi época de adolescente siempre pensé que "de mayor" me gustaría colaborar en la organización de esos intercambios lingüísticos entre Huesca y Tarbes y acompañar a los chavales en sus experiencias (por entonces recuerdo que iban con nosotros dos señores, intuyo que profesores, aunque solo los veíamos el primer y el último día). Sin embargo, con el paso de los años, esos intercambios dejaron de organizarse.

Curiosamente, en el 2004, dos miembros de una asociación cultural de Huesca presentaron un proyecto al Ayuntamiento para seguir fomentando el hermanamiento entre ambas ciudades. Así nació Interaventure: una especie de campamentos que se celebran un año en Huesca y otro en Tarbes, y que reúnen a 40 adolescentes de uno y otro lado de la frontera.


¿Y qué tengo yo que ver con todo esto? Pues que, una vez más, de mayor, mi sueño se hizo realidad (¡qué bonito es soñar!). Me propusieron acompañar al grupo de monitores titulados. Parece ser que el hecho de que hubiera una intérprete tranquilizaba mucho a las familias francesas, así es que no me lo pensé dos veces. Disfruté tanto o más que los propios chavales (con algunos de los cuales aún me sigo escribiendo) y me impliqué como una monitora más. Obviamente repetí la experiencia. A esos dos veranos, a mis compañeros de fatigas y largas noches sin apenas dormir esos días (¡Jordi, si supieras cuánto aprendí de ti para mis clases!), a Chus y José Miguel (los "pensadores" del proyecto), pero sobre todo a todos esos jóvenes de los campamentos, les debo que me hicieran descubrir hacia dónde quería reorientar mi carrera profesional: la enseñanza a adolescentes.

Interaventure 2006 (juegos tradicionales aragoneses)

OH, LA VACHE !


De momento, y mientras caigan en mis manos proyectos interesantes, sigo combinando el trabajo de traductora con el de profesora sustituta. En los últimos años me he especializado en un ámbito que me apasiona: la edición de diccionarios bilingües. Me encuentro en estos momentos finalizando un proyecto de un diccionario de argot y, al editar la palabra "vache", me ha venido a la memoria un recuerdo de la adolescencia que tiene que ver con mis primeras experiencias como estudiante de francés.

Huesca, mi ciudad natal, está hermanada con la ciudad francesa de Tarbes (Midi-Pyrénées). Cuando despertó en mí la pasión por la lengua francesa y todo lo que tuviera que ver con esta cultura, los ayuntamientos de ambas ciudades organizaban unos intercambios lingüísticos durante el verano: primero los oscenses, adolescentes todos, pasábamos quince días en casa de familias francesas, y luego los chicos franceses pasaban quince días en nuestras casas. Lo ideal (visto desde la distancia, claro está) era que te tocara en una familia en la que no tuvieran ni idea de español (o al menos eso te dijeran el primer día), porque tenías que espabilarte como fuera.

Allí me encontraba yo, fuera de las clases (por entonces había estudiado francés durante tres años en la EGB y un año en el instituto), dispuesta a poner en práctica todo lo que había aprendido. Mientras nos dirigíamos a la casa (un HLM muy "a la francesa", con moqueta y perro incluidos), iba yo calladita en el asiento trasero del coche tratando de entender la conversación que mantenía la familia y respondiendo tímidamente a lo que entendía de sus preguntas. En una conversación sin trascendencia de la cual apenas pillé unas cuantas palabras pero imaginé el resto (había que ir a comprar el pan), el padre profirió un "Oh, la vache!" (expresión familiar que bien podría traducirse por "¡jo!" u "¡ostras!"). Todavía recuerdo sus carcajadas cuando me vio a mí, con cara de panoli, tratando de descubrir dónde narices estaba "la vaca".

domingo, 13 de julio de 2008

TAN TRISTE COMO CIERTO

Extraído de la crónica “Servidor de rebajas", de Manuel Rodríguez Rivero, publicada en el diario El País (domingo, 13 de julio de 2008):


[...] Coautores

En mis tiempos de editor, que a veces me parecen anteriores a la deriva de los continentes, no se solía trocear la traducción de una misma novela encargándosela a tres personas: se daba por hecho que un texto unitario traducido por un solo individuo tenía más posibilidades de respetar las peculiaridades del original. Hoy los tiempos han cambiado, y, al parecer, la prisa o la codicia han hecho obsoleta aquella norma no escrita. Me he encontrado con un ejemplo de ello en una novela publicada recientemente por Seix Barral, un sello prestigioso. Pero es algo que ocurre con cierta frecuencia. Siempre he considerado que el buen traductor es el coautor del libro en la lengua de llegada, lo que conlleva dos enormes responsabilidades: la del propio traductor y la del editor que lo contrata. En este país contamos con excelentes traductores, pero el intrusismo y la hipertrofia de la oferta han producido cierta trivialización del oficio entre los menos escrupulosos de ambas partes. Salvo excepciones, el salario de los traductores ha permanecido próximo a la congelación en las últimas dos décadas: las tarifas que algunos editores ofrecen a los traductores de inglés o francés no están muy lejos de las que se pagaban en la década de los noventa. Claro que si un buen traductor rechaza aceptar sueldos de miseria o ridículos derechos de traducción, el editor oportunista levanta la correspondiente piedra y -¡sapristi!- aparece una docena de aficionados dispuestos a decir que sí a esas mismas condiciones con tan desbordante entusiasmo como (en general) escasa competencia. Por eso uno se encuentra a veces con traducciones que venga Dios y las lea (y que nadie en la editorial se ha tomado la molestia de revisar). El darwinismo del mercado editorial ha provocado que los traductores sean, de todos los profesionales de la cadena del libro, los que menos han disfrutado del crecimiento de la tarta en años pasados: incluso algunos de los mejores han terminado desertando, cansados de esperar reconocimiento tangible para su trabajo. Recuerdo que una excelente traductora de Henry James me decía hace tiempo que ganaba más traduciendo un folleto para una multinacional que una novela de mediana extensión para una editorial importante. Todo lo anterior viene un poco a trasmano, aunque esté relacionado con dos recientes libros que he manejado estos días y que no deberían faltar en el fondo de biblioteca de todo buen traductor: Decir casi lo mismo, de Umberto Eco (Lumen, traducción de Helena Lozano), que recoge diversos textos del semiólogo italiano en torno a "la experiencia de la traducción", y La traducción de la A a la Z (Berenice), un interesante glosario recopilado por Vicente Fernández González, un profesional que enseña y reflexiona sobre un oficio al que usted, improbable lector/a, y yo debemos momentos inolvidables. [...]

miércoles, 9 de julio de 2008

POURQUOI APPRENDRE LE FRANÇAIS ?

Ayer, en un curso que estoy realizando, otro profesor me dijo sorprendido: "¡Vaya, profesora de francés!" Y se me miró de arriba abajo como si yo fuera una especie en extinción. Lo cierto es que me sorprende ver lo poco que se fomenta en los centros de secundaria de Cataluña el aprendizaje del francés como lengua extranjera, y más aún cuando tenemos Francia, como aquel que dice, "a la vuelta de la esquina". Aunque catalana de adopción, soy oscense de nacimiento. Y os puedo asegurar que, en Aragón, al menos en la parte de Huesca, el francés tiene una presencia muy importante en los institutos. Pero bueno, de este asunto trataré otro día.

Volvamos al tema que nos ocupaba hoy. Decía: ¿Y por qué aprender francés? Pues por muchas razones. Pero dejad que sean otras personas las que os expongan unos cuantos motivos para estudiar francés, ya sea como primera, segunda o tercera lengua extranjera. ¿Os animáis?


domingo, 6 de julio de 2008

SENTIMIENTOS

He aquí una canción cuyo título resume, en una palabra, lo que he sentido estos meses en esta nueva etapa de mi vida. Ideal para subir la moral en momentos de bajón, que obviamente haberlos, haylos.




A quienes no hayáis visto nunca un espectáculo del Cirque du Soleil... ¿qué deciros? Es un espectáculo de luz, sonido, vestuario, maquillaje, números acrobáticos y magia sin igual. ¡Que disfrutéis del vídeo!

UNA PROFE AÚN EN PAÑALES



Mi experiencia como profesora de francés en un instituto de secundaria apenas empezó seis meses atrás, vamos, ¡¡¡que todavía estoy en pañales!!! Afronté mi primer día de clase, como profesora sustituta, con una especie de miedo escénico (¡y es que no llegar a 1,55 m y que la mayoría de los alumnos te saquen dos cabezas a veces impone!), pero con una tremenda ilusión. A los dos minutos de estar delante de los chavales, me sentí como pez en el agua. Estaba saciando el gusanillo que tenía, les estaba enseñando, pero ya desde el primer momento estuve aprendiendo con ellos. ¡Ese intercambio de conocimientos y sentimientos me hizo sentir tan bien!

Sé de sobra que aún me queda mucho camino por recorrer y mucho por aprender. Sé que algunos días me reiré con los alumnos, pero otros harán que incluso se me salten las lágrimas. Cada día es diferente, cada jornada que tienes ante ti un nuevo reto... Eso precisamente es lo que buscaba cuando, después de diez años, dejé atrás las cuatro paredes de mi casa y la única compañía del ordenador. ¡Sabía donde me metía... aunque algunos piensen que sea en la boca del lobo!

viernes, 4 de julio de 2008

LE COUP DE FOUDRE

¡¡Un flechazo, sí señor!! HeartEso es lo que sentí por el francés (me refiero al idioma, claro está) el día que recibí mi primera clase, de eso hace ya más de veinte años. Ese día, lo recuerdo perfectamente, supe que "de mayor" quería ser algo relacionado con esta lengua. Más tarde empecé a estudiar inglés (fui de las últimas generaciones en que aún no se impartía en la primaria), pero jamás sentí por este idioma la atracción que sentí por el francés.

Tras estudiar la carrera de Traducción e Interpretación (conste que lo de la "interpretación" nada tiene que ver con el mundo de la farándula como a veces me han sugerido), empecé a ejercer como traductora autónoma en mi casa. Tras diez años en los que muchos días mi único contacto con la humanidad fue a través del teléfono e Internet, necesitada del contacto "cara a cara" con la gente, decidí hacer un giro radical en mi vida: de la soledad más absoluta pasé a impartir clases de francés en secundaria, rodeada de un sinfín de bulliciosos adolescentes. ¡Se acabó lo de la monotonía y el silencio! ¡Algunos amigos me trataron de suicida! Pero el cambio no llegó a ser de 180°, pues, como bien podéis imaginar, mi pasión por el francés, "de mayor", sigue ahí.